Hace unos días con mi mujer veníamos reflexionando sobre la guerra espiritual, habíamos oído una frase muy acertada para mi gusto “la guerra espiritual no se trata de quien grita más fuerte sino de quien toma posesión del terreno perdido” Imaginate por un instante que una mañana al despertarte, tomas tu celular como todas las mañanas y de repente no hay whats app, no hay Facebook, no hay snapchat ni ningún medio de comunicación; de pronto los gritos en la calle te asustan, tomaron el país fuerzas extranjeras y destruyeron toda posibilidad de comunicarte, te vestís tan rápido como podes y salís, no seguro a donde pero listo a saber como seguir adelante, desorientado decidís preguntarle a tus vecinos que pasa, pero la mayoría esta como vos, desorientada, sin saber donde ir; de pronto te encontrás luchando contra otros por la posesión de un auto, te subís y un vecino te dispara un vecino por detrás dejándote herido de muerte.
Cuando estamos incomunicados, más en estos tiempos, lo primero que ocurre es miedo, esa sensibilidad a lo desconocido, como cuando algo nos sacude por sorpresa como cuando “el hombre fuerte armado guarda su palacio [y] en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. (Lucas 11:21-22)
En estrategias de guerra, una de las primeras cosas que hace un invasor es interferir en las comunicaciones, no olvidemos que la primavera egipcia en gran parte aporto la comunicación por redes sociales, por dar un ejemplo de tantos. Cuando no tenemos como comunicarnos y se han roto las herramientas de comunicación estamos a merced de nuestras propias órdenes y por supuesto de nuestro propio miedo, el cual nos paraliza y nos deja en destinos que podrían llegar a la muerte.
El versículo de Lucas dice que el hombre fuerte esta en paz con todas sus posesiones pero que viene uno más fuerte y lo fuerza a abandonar su confort y seguridad y su botín; a esto llamo “GUERRA ESPIRITUAL” la que tenemos que enfrentar día a día, esta guerra no se trata de ver quien grita más fuerte sino de restablecer la comunicación con el Padre y tomar nuevamente las posiciones que el hombre fuerte tomó y que simplemente le entregamos, luchemos por día a día poder vencer en esos lugares y re poseer el botín que Dios nos dio. Levantemos las “antenas espirituales” para saber dónde ir y no terminar sumergidos en el miedo y que este nos lleve a actos desordenados y terminar como la historia ficticia, con una herida de muerte, porque el enemigo vino a robar, a matar y a destruir, si tu comunicación esta averiada, RESTAURALA, aún el sigue clamando, el sigue llamando, sigue buscando esos adoradores, porque sin comunicación la guerra está perdida, y el resultado es la muerte segura ya que aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.» 2Co 10:3-4.
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